Cuando se lleva hablando de un montaje desde meses antes de estrenarse, son muchas las expectativas que se ponen en el posible resultado. El equipo y el público esperan con ansias a que el telón se levante. Al fin, llegó el día del estreno de Al Final del Arcoiris, gran éxito del autor inglés y residente en España Peter Quilter.
En escena se pone una comedia musical situada en 1968 en Londres. Judy Garland anuncia su enésima y, tristemente, última vuelta a los escenarios. Es el final de una vida llega de decepciones y frustraciones de una artista integral y precoz a la que no la dejaron volar libre ni tan alto como hubiera merecido. Está acompañada por su última pareja, Mickey Deans que se convierte en el novio/marido/manager de la malograda estrella. Para su reencuentro con el público no podía faltar Anthony, su habitual pianista, amigo y ferviente seguidor.

Al Final del Arcoiris funciona a las mil maravillas como obra de teatro de calidad al uso, pero es que además tiene música. Decía Vicky Peña que un buen musical es una buena obra de teatro que además tiene música. En este caso, la definición que da la flamante protagonista de Un Tranvía Llamado Deseo en el Español, nos viene que ni pintada. En escena vemos algunos de los temas que dieron gloria y fama a Garland. Get Happy o Somewhere Over the Rainbow descubre una cuasi desconocida cualidad de Natalia Dicenta para cantar y a un Miguel Rellán a los teclados. Les acompaña una exquisita banda de músicos con batería, piano, contrabajo, saxo y clarinete.
Estamos ante uno de los acontecimientos teatrales del año que acaba de empezar, de eso no hay duda. El reparto, la historia,la música, la escenografía de Ana Garay y el vestuario de la oscarizada Yvonne Blake son los ingredientes de este musical de pequeño formato que hará las delicias de propios y extraños al mundo de Judy Garland.